martes, 28 de octubre de 2014

GANCHEROS

Como precediendo al otoño, la canción de sus aguas se adorna con multicromáticas  hojas de chopos y fresnos.
Aguas que horadaron la piedra a través de los años dibujan ahora en la mente de pintores un paisaje que habla de los hondos surcos en el transcurrir de río y huellas intemporales en la caras de sus habitantes.



Su aguas son gasas de tul en movimiento tan claras que a veces parecerían desaparecer en algunos tramos,  los animales que sacian su sed parecen hacerlo con aire si no fuera por la eterna canción cuando acarician la piedra de la orilla, y las asombradas retinas, y la boca abierta…..y la mente que sueña y recuerda.
Tierra de gente sencilla esculpida por la rudeza de vidas pasadas, tierra acostumbrada a luchar cada jornada, gente con olor a bosque……tierra de gancheros.




Por este río, discurría la “maderada” guiada por manos expertas con la vida en venta por unos pocos reales.
Gente ruda, trabajadora hasta la extenuación y en algunos casos despreciada y temida a su paso por los pequeños pueblos ribereños.



 Pieles morenas, curtidas por el hielo de la madrugada, manos que ya no eran manos sino instrumentos y callos moldeados para el trabajo, y a pesar de la humedad….ojos secos de lágrimas por la familia dejada, por los compañeros que tributaron con sus vidas al Tajo por una manera de existir en el que algunas veces la muerte era la única forma de vida.
Y a pesar de todo el ganchero era persona orgullosa de su cometido.



Respiraba la neblina, el aliento del río, sus eternamente mojados pies formaban ya parte de la corteza arbórea sobre la que cabalgaba eternas jornadas. Ecos de voces en el discurrir entre  los barrancos anunciaban su llegada al tiempo que las grullas anunciaban la del Astro Rey sobre los congelados riscos.



En las noches  hogueras y pan (cuando lo había) eran preludios de las anécdotas del día, el vino siempre recordó los pechos de aquellas mozuelas que cantaban en las orillas mientras lavaban las ropas, saludando con la mano a su paso  a estos hombres, sin miedo, casi…..con provocación.
Y ya momentos antes del sueño  siempre había alguien que  se retiraba entre las jaras con el pretexto  de una meada a mezclar  la sal de sus retinas con las aguas del río, siendo a la vez testigos de su eterno amor con la luna que sembraba besos en los remansos de las aguas.



Aún hoy si paseas solitario por las pistas cercanas te das cuenta de que el viento aprendió a imitar la voz de los gancheros, sus risas exageradas. Detectas entre los pinos un flujo de camaradería necesaria para sobrevivir esa vida, que en cierto modo envidiamos los que hoy hemos llegado hasta aquí.



La libertad de los cantos, el aire que alimentaba cuando la escasez de comida dejaba patente el vacío de las ruidosas tripas, la dominancia de los maderos,  domarlos cabalgando en sus costados, la admiración de las mozas, el temor de los hombres,  la caricia al borriquillo que cargaba sin protestas  la escasa comida del día,  el abrazo sincero, sincero, sincero…….la libertad dentro del cauce.
*Y uno piensa ¿donde ha ido a parar la pasión por la vida en esta que llevamos hoy?.
*y uno calibra lo que tiene y se da cuenta de que al final no tiene nada.
* y uno envidia la dureza ganchera que formaba parte del paisaje y de la poesía del Tajo.
 Y uno quiere, cabalgar las eternidades sobre la libertad del río.
Uno quiere ser ganchero, jinete de pinos que nadan ente canciones, "ganchero inmortal", al menos……..hasta que muera.




Basado en la obra de mi admiradísimo Jose Luis Sampedro “El rio que nos lleva”
HACEDME EL FAVOR DE SER FELICES     KARRAS.


martes, 21 de octubre de 2014

MOMENTOS


Desde la oscuridad, desde el anhelo, desde las ansias por salir.


Y me quedé sin colores para terminar la obra, si, y tambien sin palabras.



Pedí con tanto fervor contemplar tu belleza, que alguien que me escuchó, me concedió el doble de lo pedido.




No se me ocurre flota más digna para escoltarme en mi partida cuando decida soñar por siempre.



Te hablaran del placer de nadar en oro pero si no es algo como esto........te estarán mintiendo.



Y al beber de sus aguas comprendí el secreto de la fuente, el secreto de la eterna juventud.



Muchas, muchas, muchisimas veces busco.
Pero hay algunas, muy pocas, pero las hay que ........encuentro.




HACEDME EL FAVOR DE  SER FELICES     KARRAS.

martes, 14 de octubre de 2014

RAQUEL

Raquel vivía sola en aquella enorme casa. Bueno “sola” es una forma de hablar porque en realidad esa vetusta edificación estaba repleta de toda clase de inquilinos.
Sus padres y abuelos antes de partir le habían inculcado la importancia que los  cuentos tenían en la niñez.
En la calle, había oído toda clase de injurias por parte de sus amigos sobre la realidad de lo que gustaba leer.
Que si Blancanieves era “tal” por vivir con siete enanos, que si el machismo de los príncipes, que si ………..
En fin que debido a estos motivos decidió un día prescindir de esas amistades, ni siquiera salía a la calle. ¿Qué sabrían ellos si jamás tuvieron un cuento en sus manos?.
¿Cómo se atrevían a faltar el respeto a sus verdaderos amigos?.
Y cuando decía mis verdaderos amigos lo hacía con buen uso de razón.
La casa estaba poblada hasta el techo por enormes estanterías repletas de todas las grandes obras infantiles.
Durante el día,  los personajes descendían por diminutas escaleras para jugar con Raquel y ayudarla en las tareas domésticas. Campanilla debido a sus habilidades, se dedicaba a limpiar las enormes lámparas lo cual lograba de una sola pasada con ayuda de sus dorados polvos mágicos.  



Una enorme y forzuda bestia, era el encargado de apilar montañas de platos en el fregadero que batallones de gnomos dejaban limpísimos y brillantes. Varias brujas eran sofisticadas cocineras de deliciosos platos vegetarianos y dulces de nata,  chocolate y (como no) no podían faltar esos coloridos bastones de caramelo,  que todos degustaban con avidez. El fantástico salón se adornaba con montañas por las que ríos y arroyos formaban preciosas cascadas en donde planeaban cigüeñas dialogando amablemente con dragones.
En el jardín, un pequeño muchacho había plantado una mata de habichuelas que creció más alta que  las nubes.



Barría la casa cantando como un ángel,  una hermosísima chica ayudada por tres hermanastras que nunca supieron explicar porque ésta salía cada tarde teniendo que regresar sin falta antes de las doce de la noche.
Un delgado chico con una flauta de caña era el encargado de alejar a los roedores de la mansión al tiempo que un famélico lobo se pasaba el día persiguiendo a tres cerditos que lejos de parecer asustados disfrutaban jugando al escondite con él.
Había también un muchacho volador con cara de pillastre y traje verde que partía en cada ocaso a bordo de un barco hacia un país al que no terminaba “Nunca-jamás” de llegar.
Las sillas habían inventado un juego y corrían alrededor de la mesa con grandes carcajadas mientras que posados en los alfeizares de las ventanas una variada gama de colores con plumas alegraban con sus trinos la jornada en la que Raquel bailaba y se deslizaba por las enormes barandas de la escalera principal de la casa.
En sus manos siempre llevaba una pequeña rana que agradecía cada beso de Raquel convirtiéndose en un guapísimo galán vestido de azul que permanecía en esa forma la duración de un día  volviendo  a ser rana en la noche.



Después de cada cena, un hombre de lata, un león, un espantapájaros y una preciosa niña amenizaban con sus cantos  la velada hasta que la luna sonriente estaba muy alta.
El aprovisionamiento era cosa de  un pequeño con turbante que conseguía todo con tan solo frotar una lámpara de aceite de la que surgía un genio agradecido.
También pasaban muchas horas hablando con Raquel preciosos caballos alados y otros con un brillante y retorcido cuerno en sus cabezas.
Los árboles que asomaban desde el jardín servían de posadero a un viejo búho que con sus redondas gafas y su negro birrete daba  clases de matemáticas y ciencias a los más pequeños.
Las mariposas parecían notas voladoras y tenían la habilidad de componer preciosas melodías con el viento que se colaba entre sus variopintas alas.
La casa de Raquel era la más habitada de todas las deshabitadas casas del pueblo.



Con el paso del tiempo, los vecinos comenzaban a cuchichear sobre la extrañeza de que en ese caserón nunca se  viera a nadie y decidieron ponerlo en conocimiento de las autoridades las cuales optaron por averiguar su demanda.
Llamaron varias veces a la puerta y al no obtener respuesta alguna, el cerrajero se encargó de abrir la vivienda. La casa estaba cuidada con un gusto exquisito. Y como era de esperar lo primero que llamó su atención fueron la increíble cantidad de cuentos apilados en esas gigantescas bibliotecas. Las plantas de interior lucían  lozanas y hermosas.
Recorrieron asombrados toda la casa y algo que les extrañó fue que en cada taburete, silla, mesita o mesa hubiese apilados columnas de libros, unos cerrados otros abiertos pero todos ellos de una gran antigüedad con unos grabados magníficos.
Arriba una de las habitaciones dejaba escapar por debajo de la puerta unos haces de luz propios de claros amaneceres y cuando la abrieron todo el suelo estaba lleno de cuentos de colores.
Una gran cama con una colcha bordada en rosa y oro se adornaba con otro puñado de historias en papel.
En el centro y pareciendo dormida con una sonrisa en la cara, el cuerpo de una anciana con lentes rayados  y cabello color de nieve, sostenía sobre su pecho un precioso ejemplar de “La bella durmiente” y un ramillete de blancas azucenas.
Dirigiéndose a una de las señoras más veteranas del barrio le preguntaron desde cuando habían echado de menos a su vecina.
Esta contestó:
En realidad nunca la hemos conocido pero mi madre me hablo de una chiquilla que se quedó huérfana en esa casa hace ocho décadas.
Dicen que las nubes tomaron preciosas tonalidades y que el viento traía las notas de un violín mientras levantaban el cadáver.
También  hay quien jura que a día de hoy,  la casa tiene momentos en los  se pueden ver colores refulgentes, y que aún  se escuchan risas infantiles que llegan flotando a través de las ventanas.




En esta ocasión he combinado mis fotos con dibujos de la red, si a alguien molesto le ruego me lo haga saber para retirarlo. Gracias.




HACEDME EL FAVOR DE SER FELICES     KARRAS

lunes, 13 de octubre de 2014

MOMENTOS

TRANSPORTE DE NUBES



BAÑO DEL SOL




POR UN BESO DE SUS ROJOS LABIOS


Y EL CHARCO AGRADECIÓ AL SOL QUE LE LLAMASE AMIGO



A ULTIMA HORA, EL CARRIZO ENAMORADO CAMBIO EL SEMBLANTE A LA TARDE




NUNCA QUISE SER IGUAL



LAS NUBES VIENDO QUE LA LUNA TIRITABA FORMARON UNA MANTA DE ABRAZOS.





HACEDME EL FAVOR DE SER FELICES   KARRAS.

lunes, 6 de octubre de 2014

OLIVIA (OLI)

Oli, es quizás y con diferencia, la habitante más famosa del pueblo.


No, no es que Oli sea una erudita, poetisa, escritora o (a pesar de su innegable belleza) una modelo de portada, no,  que va.
 Oli,  tiene unos valores que están muy por encima de todo esto, sencillamente Oli es tan querida porque……… no piensa.
En el pueblo nadie pasa por su lado sin decirla algo amable.
¡¡ Buenos días Oli !!,
¡¡¿Qué tal has dormido Oli?!!.
¡¡¿Te vienes a comer a casa Oli?!!.
¡¡No te vas a creer lo que te he comprado Oli!!........
Jorge, su inseparable amigo y compañero no puede borrar de su cara,  ese rictus de orgullo al escuchar tantos halagos a su muy preciada amiga.
Jorge, tiene diez años pero ha estado con Oli  desde que contaba tan solo  tres. Hasta entonces nunca se planteó lo importante que era Oli para Él.
Jorge, jugaba al lado del río cuando por avatares del juego,  cayó al agua y fue arrastrado por la corriente.
Amigos y vecinos gritaban despavoridos sin saber muy bien cómo ayudar, Oli, no tenía esa capacidad de pensar en una solución, por eso salto tras el chiquillo.
No, no pensó en la velocidad de las aguas, no pensó en el peligro de chocar contra las rocas en los rápidos, no pensó en si podría nadar o no, tampoco pensó que ella………tan solo tenía tres patas.




No pensó que un humano adulto fue el causante de su pérdida cuando la disparó porque ya no cazaba, y por supuesto…… no pensó en que era un cachorro de la misma especie que la mutiló el que podría morir, tan solo vió una criatura en peligro y no pensó………. Ni siquiera en ella.
Oli casi ahogada logró arrastrar al niño hacia la orilla con una inusitada fuerza de tan solo tres patas de potencia.
Su vida de lisiada perra callejera cambió desde ese mismo instante.



Podía escoger el menú del día en la tienda que más le gustase del pueblo, los chicos al salir del cole se deshacían en caricias hacia Oli, nunca se cansaba de jugar con ellos y nunca se molestaba por muy pesados que se pusieran.
Los ancianos del lugar contaban historias sobre ella que nunca habían sucedido, exagerando cada uno su amor por la perrita.
Su antiguo dueño, aquel que la dañó con un arma y después la abandonó dándola por muerta al ver que podía sacar beneficio, reclamó la custodia de Oli.



El padre de Jorge le argumentó algunas razones para que desistiese en su actitud. Concretamente cinco razones que le privaron de algunos dientes.
Como no podía ser de otra manera, cuando conocí la historia de Oli, también quise conocerla a ella y me desplacé al pueblo para tener ese grandísimo honor.
Me la presentaron en la plaza, y me arrodille a su lado, me atreví a posar mi mano en esa fina cabeza de ojos saltones y bondadosos.
Me dio un lametazo en la mejilla, y, entonces…… me sentí pequeño, muy, muy pequeño.
Porque de pronto fui consciente de que yo nunca podría  agrupar todos los colores del arco iris, todas las formas de las algodonosas nubes, las más hermosas canciones de cuna, todas las risas infantiles……….en un beso………como el que ella me dio en ese instante.










Hay dos cosas que no han dejado nunca de admirarme:
La humanidad de las bestias y la bestialidad de los humanos.
(Tristan Bernard).


(Todas las fotos de Oli han sido cedidas por su mejor amiga, aparte de Jorge claro está)

Con cariño para Maman Bohéme.



HACEDME EL FAVOR DE SER FELICES      KARRAS.